
Por Ricardo Campos Urbaneja
Camarera a ritmo de Samba,
y la velocidad de una flash.
Sirve detrás de una barra,
controlando incluso el cobrar.
Es puro nervio de delgada,
ágil como un gato al trepar.
Manos de diosa sin baraja,
saca escaleras sin dudar.
No pierde comba si canta,
da alegría con su recital.
De trino que no se acaba,
hasta la hora de descansar.
Es la camarera de la magia,
con música en todo su compás.
Quien la conoce se agranda,
ante su majestuosidad.
¡Qué genialidad!